Seremos considerados un Jinete Celeste que navega sobre una góndola misteriosa: vehículo de lo oculto. Un viajero que se mueve sobre el manto maloliente de una sociedad podrida y putrefacta. Por ello sentiremos eterna simpatía por aquellos que, sin haber cometido ningún ultraje ni ningún crimen directo sobre la raza humana, son condenados a vivir prisioneros detrás de las rejas de un submundo marginal.